Jugadores que cambian tu forma de jugar: el vínculo como motor del desarrollo

octubre 04, 2016

Decir que arranqué el día leyendo un lindo artículo sobre la creación de personajes impactantes -tema que, he de admitir, fue el pilar de toda reflexión rolera durante mis inicios como director- y de forma inesperada, me encontré repasando experiencias de juego en las que el verdadero impacto se generó por vías no tan literarias/académicas como las que uno suele plantearse. 

En ese sentido, fui testigo de grandes personajes, y no porque fueran, en efecto, impactantes per sé, sino porque la relación entre los mismos y la dinámica del grupo los dotaba de una profundidad pocas veces alcanzada en mis mesas habituales. Y es ahí donde "me caí" del texto que estaba leyendo: en el divagar sobre aquellas veces en que la dinámica grupal generó aspectos tanto o más interesantes que la partida en sí -y personajes increíbles gracias a ello- instándome a cambiar mi forma de jugar/dirigir/planificar, para poder ponerme a la par de esa maravilla que se construía frente a mis ojos, del otro lado de metafórica pantalla de narrador que nos separa -y que no existe físicamente en realidad.

En lo formal, los grandes personajes surgen de acertadas descripciones, no necesariamente extensas, y de una buena base de información entre trasfondo y motivaciones, que a la larga lo aten a la historia que se construye a su alrededor y le otorguen sentido dentro de ella. No podría, sin embargo, estar más en desacuerdo con estas últimas palabras -más que nada porque esas pautas sirven de maravilla para los textos literarios, pero sus reglas generales no siempre se aplican a los juegos de rol. 

Y allí cobra sentido el tema que vengo a tratar: son muchos los jugadores (y narradores) que disfrutan de largas sesiones roleras bajo la lógica de una novela literaria o una serie de televisión. Incluso yo disfruto marcar los tiempos, el ritmo de juego y las formas descriptivas "formales" por momentos, pero en ciertas mesas de juego, uno se encuentra con jugadores capaces de salirse de esa lógica y, como afirmaba en entradas anteriores, sorprender al narrador. Esos jugadores que se animan a tomar la libertad que el narrador intenta brindarles, van un paso más allá cuando, además, logran establecer relaciones entre ellos más que relaciones con la historia. 

Permítanme explicarme: existe una variante entre la infinidad de jugadores de rol que de forma tácita, crean sus personajes en conjunto; construyen relaciones que terminan por determinar la naturaleza y la personalidad de los mismos, y sus acciones cobran sentido en una especie de guía moral construida como reflejo de esos vínculos. El solo hecho de entablar relaciones con otros personajes otorga una profundidad mucho más tangible que una extensa variedad de situaciones que conformen un vasto trasfondo, o un par de ricas características que permitan detalladas descripciones. 

Esos jugadores le dan tanto espacio a sus personajes que las sesiones no pueden simplemente recorrer la historia escrita: si ellos buscan profundidad en lo que a personalidad respecta, lo menos que uno puede hacer es darles el tiempo y las situaciones para que esos aspectos encuentren una vía para desarrollarse, aún a desmedro de lo que uno había planificado. Si anteriormente hablaba de otorgar libertad a los jugadores, entendiendo que la toma de decisiones define a sus personajes, hoy insisto en que desarrollar las relaciones entre ellos es lo que les brindará la profundidad que muchas veces no alcanzamos. 

Para terminar, aclarar un detalle para nada secundario. Cuando hablo de una creación conjunta, no hablo necesariamente de sentar a los jugadores a hablar sobre sus personajes antes de comenzar la partida, o de imponer reglas para vínculos entre ellos. Hablo de iniciativas propias de los jugadores, que reflejan sus lógicas particulares de juego: de jugadores que observan a su alrededor, conversan y prestan atención a lo que los otros están haciendo -y no fuerzan las relaciones, sino que las viven con naturalidad. Nuestro granito de arena como narrador, más allá de lo comentado en entradas anteriores, es fomentar las relaciones entre personajes y ser capaces de detectar lógicas diferentes de desarrollo para guiar las aventuras según estas y no según la nuestra. 

Supongo que es una especie de regalo para los jugadores: darles el tiempo para desarrollar lo que quieran desarrollar. 

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