Desafío de los 30 días 3ºed - "El color de la eternidad" (D7 - D9)

diciembre 12, 2015

Se ha hecho difícil llevar el ritmo del desafío, pero es por amor al arte que vuelvo al ruedo con una nueva serie de respuestas agolpadas y embutidas en un breve relato sin corrección ni relectura alguna. No hay anécdota para hoy, así que son libres de leer aquello que vienen a buscar, ya no como la larga charla que acompaña una cena, sino más bien como el comentario al paso, durante el café de la tarde.

Pregunta 7: Una ciudad no solo la configuran sus edificios y construcciones, sino también los ciudadanos que la ocupan. Vamos a centrarnos en los grupos: ¿Qué comunidad, grupo o gremio conoces que habite e influya en la ciudad o sus alrededores?
Pregunta 8: En todas las historias de leyenda en algún momento se habla de objetos maravillosos y fantásticos. En algunas ocasiones son armas, y en seguida nos viene a la mente la poderosa y determinante Excalibur, pero otras nos acompañan como nos acompañaron en los sueños. Dardo, las Dragonlance o las famosas espadas gemelas de Elric acompañaron con sus leyendas las historias que leíamos. También leíamos de otros objetos maravillosos. ¿Que si un Anillo Único, que si unas Botas de Siete Leguas o un Arpa de Oro, que si un Vellocino… que objeto maravilloso podrán encontrar unos aventureros en las inmediaciones de Highdell? (Importante el tener en cuenta lo de las inmediaciones…)
Pregunta 9: Espera, espera, espera… ¿todavía no hemos hablado sobre dungeons? Pues ya es hora, y más si estamos situándonos en un ambiente medieval fantástico. Seguro que alrededor de Highdell conoces un dungeon. Una sucesión de cavernas, un sótano que se abre a una sección de las alcantarillas medioenterradas, una torre cuyos subterraneos se encuentran por explorar. Por favor, cuéntanos lo que sepas de dicho dungeon.


"Muchas son las veces en que nos dejamos engañar por aquello que reluce, titilando frente a nuestros ojos, obviando en aquella inocente ignorancia lo que realmente mueve los hilos del mundo que vemos. Por temor al dominio de los emperadores cromáticos, muchos fueron los que salieron al campo de batalla agitando allí la bandera de la revolución y se adentraron en las profundidades de la tierra en busca del arma capaz de hacer frente al poder de sus tiranos. 
Movidos por aquello que por lo bajo se repetía frente a fogones en el bosque o en la esquina más escondida de la taberna cuando sus interlocutores bebían de más, acólitos, bardos y eruditos dieron inicio a la llamada sociedad del recuerdo ámbar: una organización destinada a recopilar la historia de la su era, la historia del dominio de los dragones, seguros de que serían, en breve, testigos de su desaparición. Ocultos en las sombras por temor a ser señalados como pilares de aquella tiranía, no solo escribieron la historia, sino que hundieron, en lo mas recóndito de la ciudad, todo objeto forjado en la unión de los de su especie con los señores dragón. Se dice que bajo la tierra de Highdell, en una cueva artificial que reluce en un color anaranjado, se ocultan las más poderosas armas, los más complejos hechizos y un camino hacia el pasado, capaz de devolverle a los amos reptilianos todo el poder que supieron poseer. 
Raro hubiese sido que la dama de los dragones, emperatriz de la avaricia, no fijara sus ojos en sus actos: durante la más violenta noche del levantamiento, les tendió su mano y ofreció el poder necesario para proteger todo aquello que tanto esfuerzo habían puesto en resguardar.
No pasó mucho tiempo hasta que la sociedad del recuerdo ámbar, corrompida y sedienta de un poder aun mayor del que jamás habían tenido, comenzó a transformarse en un constante deambular de hechiceros y nigromantes ansiosos por poseerlo todo. 
... Ya convertidos en un autentico ejército, las más grandes mentes que la pequeña ciudad de Highdell supo tener comenzaron, ya no a escribir la historia, sino a hacerla...
Abandonaron la profundidad anaranjada de sus aposentos originales para instalarse, luego, en las afueras de la ciudad, en un laberíntico palacio que sólo puede ser descrito como la materialización de la locura de la que eran esclavos. Cubierto de portales que daban paso a un millar de habitaciones hoy destruidas, aquel palacio se extendía hacia el cielo, como el ojo vigilante del dragón sobre la ciudad, clara muestra del poderío que atribuían a Tiamat, y hacia el centro de la tierra, en cientos de metros de escaleras, habitaciones y pasadizos que encubren aun hoy los más extraños artilugios de su era.
Algunos de sus escritos señalan, sin embargo, que en el centro de aquel agujero hacia el infierno puede encontrarse algo aun más extraordinario que la historia material de un imperio: se dice que aquellos rastreadores supieron hacerse con un cofre, en cuya opaca madera, tallado en un idioma desconocido incluso para ellos, yacía un mensaje hasta ahora indescifrable. Una bóveda perteneciente a otro tiempo, a otra historia, a otro mundo, capaz de contener un imperio aun vivo en su interior, más allá de sus dimensiones físicas, más allá de la lógica... incluso más allá de la magia. 
... La inmensidad del universo, el infinito al alcance de sus manos, y sin embargo, el temor. Aquella atmósfera sombría, aquel vacío del que hablan los textos encontrados en sus ruinas, mantuvo el cofre aislado durante meses. Solo su vibrar intermitente, como si el cofre respirara, permitía vislumbrar en su interior las mil maravillas que ocultaba. Pero no más. La historia parece tener solo un vistazo del interior de la bóveda del infinito. Aun corrompidos. Aun sumidos en la locura, los magos de ámbar, historiadores sediento de saber, evitaron la tentación de observar más allá... hasta aquella fatídica tarde.
- No vaciléis..."

"Quizá sea el temor a la batalla que alimenta mi ser, o la inutilidad de mis manos para hacer bailar el filo de una espada, pero mi cabeza no logra quedarse allí, no logro interesarme lo suficiente por aquel encuentro o por la muestras de poder de ambas partes; no dejo de pensar en que los más preciados objetos de aquella sociedad, no ya del ejército en que supo convertirse, no están hoy apoyados en la tierra que pisamos. La sociedad del recuerdo ámbar no acumularía objetos como lo hacen los aventureros que atraviesan nuestra ciudad: ellos los atesorarían, habrían de eternizarlos, de protegerlos de sí mismos incluso. Quizá el ámbar realmente sea la piedra, la eternidad guardada dentro de un fósil... o sea, en realidad, otro portal, otro cofre, otra bóveda que no hemos encontrado, capaz de resguardar en su interior, y para siempre, los tesoros del universo."

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