Un encuentro (o cómo dialogar con tus propias creaciones)

junio 10, 2015

Hoy vengo a contarles una historia.

El otro día, tras colarme en una conversación entre dos personas sumamente interesantes, terminé aprendiendo mucho sobre un tema del que consideraba saber bastante. La magia del Twitter supongo. La cuestión versaba sobre la creación de personajes y los pequeños truquitos que cada escritor y/o director de juego tiene para darles 'ese toque especial'. Esos malabares que uno hace para dotar de personalidad a los personajes que, a su vez, dan vida a la historia.   

Fue, para alguien tan reservado como yo, una experiencia por demás interesante, pero no estamos aquí para hablar de eso. De ser así, este sería otro tipo de blog (y yo sería, necesariamente, otro tipo de persona).

La creación de personajes ha sido, durante los últimos 10 años, una de mis más intensas pasiones. Más allá del amor por la literatura, y de lo relajante de la experiencia de inventar historias, el crear un personaje y darle vida es algo que me parece maravilloso. Un ejercicio sumamente rico en tantos aspectos, que invito a todos a que lo intenten. 

Crear personajes es fácil. Lo difícil es hacerlos únicos. Y en ese fluir de ideas, mucho potencial se desperdicia por no saber comunicar lo que se tenía en la cabeza. E incluso podemos decir que ya algo de ese personaje se perdió entre que uno lo pensó y lo llevó al papel. Por eso caí hoy, entre exámenes, sueño, poca energía y falta de creatividad: porque a lo largo de los años he visto a potenciales grandes personajes morir en el mismo acto de creación.  

Veo en mis mesas a jugadores que nunca terminan de cerrar el personaje. Jugadores que nunca terminan de conocerse a si mismos. Y eso me resulta alarmante. Jugadores que viven una historia de punta a punta creyendo que los demás entienden la personalidad de su personaje, cuando él mismo se ha encargado de confundirlos a todos (a los demás y a sí mismo... incluso al pobre pj). A ninguno de nosotros nos basta con decir "mi personaje es tímido". Intentamos ponernos en su piel, actuar tímidamente. Ser consecuente, en nuestras acciones, con los rasgos que hemos escrito en la planilla. Pero muchos jugadores, y muchos escritores también, parecen perder de vista a sus propios personajes. No los conocen. Principalmente porque los dan por sentado. Dan por entendidas algunas cosas que nunca han sido dichas, u obvian contradicciones porque nunca se escucharon a sí mismos. Y allí voy, en esta absurda disertación de medianoche. A escucharse. A leerse. 

He pensado todo el día en un ejercicio que me encantaría poner en práctica. Obviamente, surgido de una extraña mezcla entre el IAmA de reddit y el psicodrama en general. IAmA, por un lado, un recurso increíble que acabo de conocer, en que uno plantea un personaje y responde, en la piel de este, preguntas de extraños de todo el mundo. No hay error de creación que supere tal prueba. Por otro, el psicodrama, la psicología, la escucha analítica. Mi mundo, por decirlo de alguna manera. 

Un ejercicio muy prometedor el que vengo a proponer. Imagina que estas armando tu nuevo personaje. Frente a ti, otro vos, otro jugador, otro personaje en construcción...

Ponerse en los zapatos del propio personaje por 10 minutos. No más de 10 minutos en los que dejamos de lado toda la vergüenza que luego nos asaltará a la hora de interpretarlo en juego. Y en esos 10 minutos, siendo el personaje, presentarse. Contarle a ese otro absolutamente todo lo que hay detrás. Tu nombre, tu ocupación, tus objetivos. Tus temores, tus marcas, tus pecados. Lo que sea. Lo que creas importante. Ser, en el sentido más amplio del término, ser tu personaje. 

10 minutos después, cara a cara con el master de turno, con el narrador, con el guardián de los arcanos, no serás tú quien presente a tu propio personaje. Ese otro jugador, que ahora sabe todo lo que encierra tu creación, que conoce tu historia, tu trasfondo, tus metas, habrá de ponerse en la piel de tu personaje y presentarse en primera persona. 

No es más que un juego. Como lo es el jugar rol. Como lo es escribir. 

Pero en ese juego, que no requiere más de 15 minutos, habrás oído hablar a tu personaje. Habrás presenciado tu propia creación, con sus virtudes y sus defectos, con sus incoherencias, con sus errores. Ahora sabes lo que los demás entienden al ver tu creación. Lo que has dado a conocer y lo que, por las vicisitudes de la vida, de la memoria, del encuentro con un otro, has olvidado en la sombra.
   
En un juego así, uno conoce al menos lo que va a poner en la mesa. Uno se conoce a sí mismo y a su alterego. Eso que personifica un otro, es lo que uno va a poner en la primer escena de juego. Y, ahora que lo has visto, ¿crees que hay cosas por pulir antes de comenzar?

Un juego nada más. 

Escucharse a sí mismo a través de la voz de un otro... 

Como cuando uno presencia una partida que escribió hace tiempo y hoy, vaya uno a saber por qué, esta siendo dirigida por otro. Pero ese es otro tema, porque como digo siempre, una historia nunca se da dos veces de la misma manera.

PD: algo vaga esta entrada, pero muy "yo". Me he decidido a dejar fluir esa idea que tenía en la cabeza y no ha habido corrección alguna. Espero haya sido, al menos, una lectura divertida. 


You Might Also Like

0 comentarios